No pasa nada!

Podría ser una tarde caliente de un día de verano, sus ojos felinos los cuales jamás se podría decir que valían menos que una tarde de sol en el pico del invierno.

Podría llamarse Conchita Carrasco Hernández o Júlia Velasco Martinez. En si misma, encierra lo mejor que hay en una mujer que tenga el nombre de las dos sin el menor deseo de cambiarlo por outro cualquiera.

Veinte y cuatro o veinte y cinco años despues de que nació, en planos futuros de Saray no cabe volver a ser uña niña de doce, ansiosa por crecer y transformarse igual a si misma para que de su posición privilegiada pueda enterarse que la vida es bela.

Llegó a Alicante con sus padres el día en que por primera vez la selección de España se sagró campeón mundial de fútbol de once. Y tanpoco habia Messi o Cristiano para destronar Iniesta y sus compañeros. A los fãns de estos no sobrava tiempo ni voluntad para mirar lo que sus adversários hacian bien o mal dentro del campo de fútbol.

A Saray le gustava peinar su pelo rubio, mirandose en el espejo y haciendo movimientos fuertes como si fuera ese lo mejor medio para alargarlo en alternativa a tener que comprar el más conocido champú que anunciaban en la tele para terminar con los rizos del pelo.

Al sol, sus ojos reproducen el reflejo que provoca el sol contra la cumbre de una montaña cobierta de nieve. De su boca nos hemos acostumbrado a escuchar palabras bellísimas como las que decía Cervantes en el tiempo que no era famoso y su nariz era delgada, como la que tenían las mujeres de aquél tiempo que han inspirado al poeta. Pero cerca de ella, a ninguna mujer se puede decir que es féa.

Pero no passa nada y tampoco son culpadas. Solo no poseen ojos de encanto como estos de los cuales empezé escribiendo, y tampoco poseen la manera de ser de una niña, que en lugar de ellos por más luminosos que estrellas, me pueden enamorar mucho más.